A raíz de los acontecimietnos que parece que asombran a España, a la Humanidad y al Universo, en la que un grupo de descontentos ha salido a la calle para solicitar «Democracia Real» me han venido a la memoria dos frases atribuidas, probablemente no a un demócrata real, sino más bien un librepensador real, llamado Georges Bernard Shaw que decían algo así:
“La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.”
Y esta otra:
“La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección debida a una mayoría incompetente.”
Cada una de las citas serviría, por sí misma, para apoyar o rechazar esas manifestaciones que se prolongan todavía por nuestras ciudades. ¿Qué es la Democracia Real? ¿Realmente la gente quiere una Democracia? ¿Realmente los llamados Principios Democráticos, que nosotros exportamos a países incivilizados, contienen una Democracia Real? Y por último, a la Sociedad le interesa, para su subsistencia, una populista y visceral Democracia Real?
Nuestro sistema se basa en una gran hipocresía, probablemente necesaria, en la que unos delegan irrevocablemente sus facultades democráticas en otros durante un tiempo máximo de cuatro años. Hace dos siglos, cuando los constitucionalistas americamos confeccionaron su texto constitucional y plasmaron los principios democráticos en un papel, tuvieron el inconviente de la escasez tecnológica. El personal que todavía se desplazaba a caballo y se comunicaba por torpes misivas que tardaban semanas en llegar a su destino -suponiendo que lo hicieran- no podía esperar otra cosa mayor que el derecho a voto cuatrienal.
Pero había otra razón de mayor enjundia. La población -El Pueblo- de quien emanaban todos los poderes no era más que una masa de ganapanes, iletrados y mayoritariamente analfabetos. Un país serio, aunque fuera un recién nacido como los EE.UU. de entonces, no podiá hipotecarse con la tiranía de la masa, una de las peores porque suele ser descabezada y estomacal. Los acontecimientos europeos de finales del siglo XVIII -la Revolución Francesa y sus excesos- sólo vinieron a refrendar esta apocalítica visión del Pueblo, el «verdadero soberano»
La Democracia, la única que conocemos, la que inventaron los americanos y refinaron los europeos, contiene una doble garantía. Frente al que ostenta el poder y, sobre todo, frente al Pueblo. Es necesario que el pueblo opine, pero que opine poco. En torno a este axioma se construyeron los Principios Democráticos y los instrumentos de participación periódica, normalmente cada cuatro años. Todo Gobierno que estuviera sometido a los vaivenes de la masa acéfala del Pueblo estaba condenado a la inoperancia y el país gobernado a la ingobernabilidad.
La escasez tecnológica del siglo XVIII hoy está felizmente superada. Mediante la firma electrónica y el DNI Digital se podría votar desde el domicilio de cada uno y se podría votar constantamente, incluso a diario. Pero queda por solucionar un par de cosillas. ¿Interesa que el Pueblo opine tanto y de tanto?
En cuanto a la Democracia callejera de estos días, ¿es conveniente para la supervivencia del Estado, del País, de la Sociedad, de la propia Democracia (por muy imperfecta que sea) que la Democracia Real, compuesta por una masa de desencantados, tome decisiones en mi nombre -o las condicione-, cuando yo nunca les he facultado para ello?
Como protesta a la catástrofica situación del país es legítimo que esta gente salga a la calle. Pero que no me suplanten ni utilicen atajos para corromper el Sistema. Ya existen cauces suficientes para participar y no es necesario que se inventen nuevos cuando el Pueblo ya tiene suficientes armas para protestar. No votar o votar a otro. Así de sencillo.
La paradoja de la Antidemocracia culmina cuando políticos al uso, y de partidos mayoritarios, partícipes de la Democracia a secas, se suman a la iniciativa. Nadie se atreve a disentir por lo que pueda pasar. Hasta el PSOE se ha sumado (el colmo de la indecencia) e incluso Jueces para la Democracia ha echado un cable a los manifestantes (¿no era la división de poderes un Principio Democrático? ¿Qué hacen estos jueces metiendo baza?)
Sé que muchos políticos al uso -incluso de los grandes partidos- ya están taladrándose piercings, desabrochándose la camisa para tatuarse alguna leyenda conmemorativa, y echando mano de la fiambrera y del cubata, para no desentonar, por si tienen que salir en la foto claudicando. Aprovecharé mi instrascendencia para alzar mi voz discordante: ¿y a mí quién me defiende de esta Democracia Real?
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