Mentiras arriesgadas, piadosas y verdades ruinosas


Que los políticos mienten es indiscutible. Que el Ex-Primer Ministro húngaro, Ferenc Gyurcsány, mintió compulsivamente durante su mandato está demostrado. La emisora pública Magyar Rádió divulgó una conversación privada en la que Gyurcsány admitía ante la dirección del Partido Socialista, que mintieron durante un año y medio sobre la situación económica del país y afirmó que lo sucedido en Hungría era algo nunca visto en la Unión Europea, maquillando las cuentas del Estado muy favorablemente, al objeto de ganar las elecciones. El descontento se tradujo en manifestaciones en diversas ciudades húngaras, que comienzan espontáneamente en Budapest el 17 de septiembre de 2006 y se prolongan durante varias semanas. Desde la oposición e, incluso, desde un sector de Partido Socialista Húngaro se exigió la dimisión del Primer Ministro. Gyurcsány consiguió mantenerse a duras penas en el cargo, pero no pudo resistir las embestidas de la crisis que sacudió a Hungría más de lo previsto y tuvo que dimitir en 2009, forzado en parte por la crisis y en parte por el lastre de sus propias mentiras no olvidadas. Lo sucedió Gordon Bajnai, un tecnócrata no adscrito oficialmente a ningún partido que presidió un gobierno de coalición mayoritariamente socialista.

La victoria del Fidesz en las elecciones generales celebradas este año, devolvieron a la derecha al poder y colocaron a Viktor Orban como Primer Ministro, jurando el cargo el 29 de mayo y formando inmediatamente gobierno. Nada más recoger las flamantes carteras, el nuevo gobierno magiar acusó al anterior ejecutivo de haber falseado las cuentas públicas del país, admitiendo que la situación económica de Hungría es «muy grave» y reconociendo que el país se encontraba cerca de una situación de bancarrota como la de Grecia.

Es costumbre que un gobierno saliente informe al entrante de los asuntos que se heredan y parece que también es frecuente que entre las pertenencias de esa masa hereditaria figure el set completo de maquillaje de la Srta. Pepis (el de maquillaje de las cuentas públicas). Es teoría aceptada entre los ineptos que en tiempos tan convulsos es moralmente aceptable que se mienta a diestro y siniestro para que los malvados especuladores no se ceben con el perro flaco (o con sus amos incompetentes). Esa parece ser la consigna no sólo en la Hungría del gobierno Gyurcsány o del gobierno Bajnai, sino también en otros lugares del planeta como la soleada España donde otro mentiroso se hace el fuerte poniendo cara de autista y donde engañar se ha convertido en un ejercicio de responsabilidad y destapar al mentiroso en un ultraje a la nación que la deja a merced de los movimientos bursátiles ruinosos.

Algo hay que agradecer a esta crisis. Cuando acabe habrá que redefinir el concepto de moral y releer a Kant, a Descartes, a Platón e incluso a Marx, obligatoriamente.

Comments

Una respuesta a “Mentiras arriesgadas, piadosas y verdades ruinosas”

  1. Avatar de mario alberto gómez maldonado
    mario alberto gómez maldonado

    Sí, los políticos indiscutiblemente mienten, sin embargo, en la ciudadanía se encuentra la posibilidad de impulsar la transparencia y la rendición de cuentas, pero ¿cómo?

    Después del 2006, cuando se filtró que el Primer ministro de Hungría había falseado las cuentas públicas, a la fecha, no se han determinado responsabilidades a la Oficina Estatal de Auditoría en Hungría, pero tampoco al que fungía como su Presidente, el Dr. Árpad Kovács, que paradójicamente también era el Presidente de la Intosai.

    ¿Acaso el Dr. Kovács no afirmó (en el año 2005, en su conferencia El papel transformador de las Instituciones de Auditoría Superior en el proceso de modernización social) que la Oficina de Auditoría había cumplido con los estándares profesionales requeridos por la Unión Europea?

    ¿Mintió el Presidente de la Intosai? Y, por qué ha callado la Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras Superiores, ¿el que calla, otorga?

    Hungría, Grecia, ¿quién sigue? España, Escocia…¿es el fin del euro?

    Y lamentablemente, en la agenda pública sigue ausente el tema de la auditoría pública, el papel de los órganos de control y fiscalización. Pareciera que la crisis es solamente un asunto de los economistas, sociólogos, antropólogos, sicólogos…etcétera, pero no de los contables, de los que nos dedicamos a la auditoría. Porque se nos ha reducido a técnicos, lo que equivale a ser carentes de reflexión y de critica, aunque la auditoría es una función social, dado que valida el manejo de los fondos públicos, luego quizá, habrá que considerar que sí los políticos mienten, es por la incapacidad, y por la complicidad de las Auditorías Superiores, Contralorías Generales, Oficinas Estatales de Auditoría, Tribunales de Cuentas, y otras denominaciones, que al final legitiman al poder y a la corrupción, pero en tanto, la crisis continua, y tal parece que campea, Una auditoría pública convertida en ilusión.

Replica a mario alberto gómez maldonado Cancelar la respuesta