Serbia presenta su candidatura para la adhesión a la Unión Europea: otro cordero para el matadero.


El pasado 22 de diciembre, Serbia presentó oficialmente su candidatura para convertirse en miembro de la Unión Europea. Un proceso largo y arduo de duración indeterminada y cuya conclusión se irá concretando, aunque las expectativas para este país no son muy halagüeñas, no preveyéndose una pronta resolución. Algunos analistas estiman que la adhesión no se producirá antes de 2018.

Para llegar al estatus de país candidato, Serbia ha debido sortear numerosos obstáculos que los ha ido granjeando bajo la premisa Unión Europea o la Nada. En este sentido, el país balcánico ha seguido el ejemplo de otras muchas repúblicas surgidas tras esa plataforma, más o menos metálica, llamada Telón de Acero y que consiste en contentar a poblaciones hambrientas, no sólo de alimentos sino de libertades y autoestima, mostrando un horizonte de esplendor y riqueza, no sólo económica sino de esas cosas intangibles que llaman «estándares europeos», bajo una única bandera azul de doce estrellas.

En ese camino, la Comisión Europea, mediante informes periódicos doma a las fieras, repartiendo razonadamente, zanahorias y palos, porque esa domesticación es dolorosa. En el fondo se trata de un proceso biológico, consistente en convertir a gusanos en crisálidas. En esa metamorfosis los candidatos han de hacer sus deberes y aprobar los exámenes propuestos. Es una estrategia engañosa. Los países candidatos, a fin de cumplir esos estándares, modifican normas y estructuras internas y entierran el hacha de guerra con los eternos enemigos (normalmente vecinos y también candidatos o a las puertas de serlo) firmando acuerdos de amistad y buena vecindad.

A partir del día siguiente de producirse la adhesión, comienza otro proceso, más sutil pero igualmente interesante: se desarrolla un sentimiento de frustración, y los habitantes de los nuevos miembros despiertan repentinamente de un plácido sueño y, de pronto, se sienten engañados, porque en el fondo lo de ser Europeo o no es una cuestión estomacal. A nadie interesa alcanzar esos estándares sino niveles de vida occidentales. En cuanto a los políticos, una vez logrado el objetivo de la adhesión, concentran su atención en los problemas de siempre, sea mirándose la entrañas, una vez más, sea reavivando los oprobios vecinales eternos, olvidando los compromisos adquiridos durante esa andadura hacia la UE. Recuérdese los casos de Polonia, que mereció la condena del Parlamento Europeo en 2007 por conductas homofóbicas, pese a que los estándares de derechos humanos que había conculcado ya regían en la Unión mucho antes de la firma del acta de adhesión; o el reciente de la República Checa que ha obstaculizado la puesta en marcha del Tratado de Lisboa por cuestiones relativas a sus antiguas minorías nacionales (la alemana y la húngara) vapuleadas por los Decretos Benes promulgados después de la II Guerra Mundial; o la escalada de tensión entre Hungría y Eslovaquia, propia de los años 90, provocada por la adopción por el Parlamento eslovaco en 2009 de una nueva ley sobre la protección de la lengua nacional, que obliga usar la lengua eslovaca en las instituciones públicas, pese a la importante minoría húngara que constituye el 10% de la población del país y pese a que Eslovaquia suscribió, a fin de entrar en la UE, todos los tratados habidos y por haber y, entre ellos, el Convenio Marco para la Protección de Minorías Nacionales, etc.

Slobodan Milošević, 3er. Presidente de la República Federal de Yugoslavia

Volviendo a Serbia, no a mucho tardar, iremos viendo como el país balcánico retrancará sus intransigentes posiciones. De hecho ya lo hemos comprobado en los últimos años. Con objeto de desbloquear los hitos que conducen a la candidatura, Serbia ha realizado importantes concesiones que años antes eran innegociables por significar una afrenta contra la dignidad nacional. Así, la entrega de Milošević al Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia de La Haya, sin que se llevase a cabo en Yugoslavia un juicio sobre dicha extradición, tal y como señalaba la legislación penal del país; o la entrega a ese mismo tribunal del otrora héroe nacional Radovan Karadžić, en 2008.

En lo que respecta a la cuestión de Kosovo, que ahora se considera intratable desde la perspectiva serbia, asistiremos en los próximos meses a una relajación de posiciones. El transcurso del tiempo y el lento desvanecimiento de la memoria histórica, consolidará la situación actual, ante la perspectiva de una presunta Europa sin fronteras y de esos ansiados estándares que harán que Serbia, como esa otra mitad de Europa, que la Guerra Fría nos mostró en las novelas de Le Carré, sea fagocitada irremediablemente.

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Una respuesta a “Serbia presenta su candidatura para la adhesión a la Unión Europea: otro cordero para el matadero.”

  1. Avatar de Las fuerzas de mercado devoran la Europa del Este « Distensiones

    […] abrir nuevos mercados fagocitando las industrias locales potencialmente rentables (vid. mi entrada, “Serbia presenta su candidatura para la adhesión a la UE: otro cordero para el matadero&#8221…). Sin ir más lejos los bancos del Centro y Este de Europa fueron privatizados, en su mayor parte, […]

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