Autonomía para Rutenia. Independencia para el País Vasco.


El 15 de marzo de 1939, aprovechando la inestabilidad europea de entonces, se proclamó la independencia de Rutenia. Esta República tuvo una existencia efímera, apenas conocida y reconocida por manuales y enciclopedias;  fue absorbida por la turbulencia de los tiempos: la invasión alemana y el advenimiento del imperio soviético. Ni siquiera su denominación es pacífica y, aun menos, el origen étnico de sus habitantes. Yo prefiero la palabra Rutenia, porque me sugiere la idea de uno de esos países ficticios europeos producto de la mente de  algún guionista cinematográfico holywoodense con escasas nociones de Historia. De no haber existido imperios como el ruso, el polaco o el austro-húngaro, probablemente esos países pintorescos hubieran pervivido en nuestro continente y hubieran llegado a ser un Libertonia, Freedonia o Sylvania, como nos contaban los Hermanos Marx en su película “Sopa de Ganso”

Los rutenos se localizan principalmente en el occidente de Ucrania, con significativa dispersión por los países de la Cuenca Carpática (Polonia, Hungría, Eslovaquia y Serbia). Seguramente la palabra «ruteno» no les sugiere nada pero sí habrán oído hablar de Andy Warhol, que lo era, aunque, según parece, nunca habló el idioma materno.

Con ocasión del conflicto de suministro de gas, que enfrentó a Rusia y Ucrania a finales de 2008, y perjudicó a varios países europeos, los líderes rutenos aprovecharon para aparecer en el escenario mediático y reivindicar su causa frente al Estado ucraniano. El autoproclamado Primer Ministro ruteno, Petr Getsko, declaró al periódico gubernamental ruso “Rossiiskaya gazeta», en diciembre del año pasado, que la mayor parte de las exportaciones de gas ruso hacia Europa pasaba a través de gaseoductos de Rutenia, y apeló a Moscú para que reconociera la independencia de Rutenia Subcarpática (Zakarpattia Oblast) dado que las reiteradas reivindicaciones rutenas de mayor autonomía, dentro de Ucrania, son ignoradas por Kiev.

Por si fuera poca complicación, en la pequeña región de Zakarpattia, de 12,800 km², no sólo habitan rutenos. El conglomerado étnico de la zona evoca tiempos aristocráticos, de señores y braceros sometidos, de comerciantes enriquecidos que hablaban el alemán como lengua franca. Su situación geográfica nos retrotrae a una encrucijada de poderosos imperios: el ruso, el polaco y el húngaro. Como muestra, baste hojear el censo de 1991. De una población de 1.245.618 habitantes, 976.749 individuos (78.4 por 100) eran ucranianos, de los cuales unos 750.000 eran de etnia rutena; 155.711 personas pertenecían a la etnia magiar (12.5 por 100); 49.458  a la rusa (4 por 100); 29.458 personas eran rumanas; 12.131 gitanas; 7.329 eslovacas; 3.478 alemanas, que todavía siguen habitando por estos lares pese a las incomodidades; 2.639 personas de etnia judía; 2.521 de origen bielorruso; 6.144 individuos pertenecen a otros minorías residuales.

En el mosaico de minorías étnicas del Centro y Este de Europa sorprende la paupérrima, y casi surrealista, situación en que se hallan algunos  de estos pueblos  en comparación con la opulencia en que nadan las minorías occidentales. Estas últimas han encontrado acomodo dentro del Estado mediante fórmulas de autogobierno, cercanas al federalismo, que ni sueñan los rutenos transcarpáticos, los magiares transilvanos, o los turcos búlgaros. Sin ir más lejos, piénsese en el País Vasco, o Cataluña. El Estatut d’Autonomia de Catalunya de 2006 parecería insultante, por ejemplo, a los ojos de las minorías nacionales transfronterizas húngaras, que desde 1920 viven encerradas en fronteras que ellas consideran ajenas, fuera del Estado materno. Estas minorías, lejos de acceder a un mínimo de autonomía, dentro de los Estados a los que actualmente pertenecen, se han visto sistemáticamente esquilmadas y despojadas de sus derechos humanos colectivos. En los casos más sangrantes, se ha llegado a alterar la tradicional división territorial del Estado, a fin de diluir la fuerza del grupo discordante en unidades territoriales y circunscripciones electorales más grandes (vgr. en la Eslovaquia de Vladimir Meciar o en la Rumanía de Ceaucescu, con respecto a las minorías húngaras).

El insistente intento del Lehendakari Ibarretxe de someter a referéndum «el ejercicio del derecho a decidir del pueblo vasco», referéndum que, en caso de prosperar, podría iniciar un proceso de secesión, nos debe conducir a unas reflexiones. Y aquí convendrán conmigo en que el Lehendakari no es el «Primer Ministro» ruteno. El País Vasco no es Transilvania. España no es Rumanía, ni Ucrania, ni Serbia ni Eslovaquia. En España existen entidades autonómicas, con amplísimas facultades legislativas y de autogobierno, que amparan los elementos diferenciales. En España no hay discriminación de grupos minoritarios; más bien, son los grupos minoritarios los que penalizan al mayoritario por no conocer las peculiaridades de aquéllos, como la lengua autóctona. Y por último, y aunque parezca una obviedad por estar completamente asumida por los europeos occidentales y, concretamente, por los españoles, en España no hay conculcaciones de derechos humanos colectivos, y cualquier vasco, catalán, gallego, balear o valenciano, puede hablar, dirigirse a la Administración y recibir educación en su lengua diferencial, fundar partidos de base étnica o regional, etc.

La opulencia del Lehendakari vasco, que reivindica un derecho anacrónico aunque muy respetable, tropieza con esa Europa que es capaz de mostrarnos los más sorprendentes contrastes. Por un lado, la idea de «Unión Europea», que desprecia actitudes separatistas y decimonónicas más propias del Congreso de Viena de 1814 que del reciente Tratado de Lisboa, como las que enarbola Ibarretxe; y por otro lado, el despiste de esa misma Unión Europea que ha permitido la adhesión de países donde el respeto de los derechos humanos de los individuos pertenecientes a minorías nacionales brilla por su ausencia.

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿autonomía para Rutenia o independencia para el País Vasco? Toda posición es digna de respeto, pero a mí me chirrían los oídos cuando oígo propuestas como las de Ibarretxe. Si por lo menos el Lehendakari fuera tan ingenioso como el Presidente de Libertonia (Groucho Marx) todavía…

Comments

8 respuestas a “Autonomía para Rutenia. Independencia para el País Vasco.”

  1. Avatar de Javier
    Javier

    Con todo el respeto, en las comunidades autónomas con lengua propia no se discrimina a nadie por hablar castellano, y todos los niños, este sí por imposición constitucional, aprenden castellano y son competentes en él llegados a la edad adulta, independientemente de su lengua materna.

    Lo que usted llama «discriminación» hace referencia a los servidores públicos que, en una sociedad bilingue, lógicamente, deben conocer todos los idiomas oficiales de una autonomía. Ellos como ciudadanos hablan lo que quieran, pero como servidores públicos deben poder atender en ambas lenguas. Decir que eso es discriminar es como decir que a mí me discriminan para trabajar en un hospital de médico porque no tengo la carrera de medicina.

    Si compara esta situación con las comunidades autónomas de lengua única y está tentado a hablar de «discriminación» porque un catalanohablante puede presentarse allí y aprobar unas oposiciones, le diré que está doblemente equivocado, de nuevo. En primer lugar, en esa comunidad autónoma es requisito indispensable para la función pública la lengua oficial de ésta: el castellano, lo cual es tan razonable como lo que he comentado antes de las que tienen dos idiomas oficiales. Una persona que no sepa castellano NO PUEDE SER FUNCIONARIO en Espala. En segundo lugar, el castellano no viene de serie cuando uno nace, sino que para millones de españoles, éste se aprende como una lengua extranjera, puesto que su lengua materna es otra. El hecho de que se pueda presentar en Teruel a unas oposiciones un catalanohablante es debido simple y llanamente a que ha aprendido la lengua castellana, oficial en Teruel, y puede acreditar su conocimiento. En ese sentido está en completa igualdad con un turolense. Al contrario no se da el caso, puesto que si un turolense no ha hecho el esfuerzo adicional recíproco de aprender catalán no conoce las lenguas oficiales de Cataluña y por tanto no cumple los requisitos. Es bien sencillo.

    En definitiva, que olvida fácilmente, como hace mucha gente, que saber todos los idiomas oficiales de un territorio es indispensable para dar un servicio correcto al ciudadano, aunque la ley nos imponga a todos el suyo.

    Y con respecto a lo de Ibarretxe, ¿tanto miedo tiene a que se pregunte a los vascos qué quieren ser y cómo quieren relacionarse con sus vecinos? Porque la verdad, de eso va el tema, de preguntar a la gente, de nada más. Si la gente no quiere irse de España, no se van. ¿dónde ve el problema?

    1. Avatar de Antonio
      Antonio

      En primer lugar permítame agradecerle, Javier, sus intersantes comentarios. Luego de leerlos, he releído mi artículo y le aclaro algunos extremos. Lamento la tardanza en contestar.

      En primer lugar le preciso que yo no he dicho que en ciertas comunidades autónomas se discrimine a las mayorías. He dicho que se las «penaliza». Usted mismo ha dado la razón. En los concursos-oposiciones organizados para acceder a la función pública, se conceden puntos por el nivel de competencia en una lengua autonómica. O lo que es lo mismo, se suman puntos negativos a quien no las conoce. Es una penalización inversa. No se restan puntos pero se conceden a otros, lo que viene a ser lo mismo en términos estrictamente aritméticos. En ningún momento he valorado esta penalización ni he dicho que la misma sea justa o injusta. Existen, seguro, muchos argumentos para sostener una y otra postura, pero este tema no ha sido objeto de mi artículo. Me he limitado a exponer un hecho, significando que en España, el grado de disfrute de los derechos humanos es tan elevado que se puede legislar, dentro de los gobiernos autonómicos, para favorecer a determinados colectivos (etnicos, culturales, lingüísticos, etc.) en detrimento de otros, cosa que no ocurre en zonas del Centro y Este de Europa significativamente pobladas por ciertas minorías nacionales (las que he nombrado en el artículo). Yo tengo mi opinión personal al respecto, pero me la reservo para un futuro artículo (gracias por la idea), sin embargo, ya le digo que cualquier penalización de un colectivo sobre otro (o como usted dice cualquier «discriminación») debe ser justa y, sobre todo, justificada en la función a desempeñar, por lo que es muy discutible que todos los funcionarios deban hablar una lengua autonómica cuando su actividad se dirige a personas que dominan ambas lenguas.

      Lo de Ibarretxe es otro tema. En mi opinión, el sistema de derechos humanos está concebido de modo semejante a la pirámide de necesidades humanas de Maxwell. En ésta, primero se satisfacen las necesidades primarias (comer, vestir, etc.) y luego se van cubriendo «necesidades» más elevadas (autorrealización, etc.). Más bien, las últimas necesidades van apareciendo cuando las básicas son satisfechas. En los derechos humanos ocurre exactamente igual. El derecho a la autodeterminación, aun cuando considerásemos, lo que es muy discutible, que es un derecho humano de tercera generación, estaría en el vértice de esa «pirámide de los derechos humanos». Como usted comprenderá, y no voy a entrar en lo que es obvio, en el País Vasco existe un escenario de terrorismo, lo que dificulta el ejercicio de los derechos humanos básicos: derecho a la vida, a la libertad de expresión, a la difusión de ideas, etc. Como comprenderá, y con mis mayores respetos, el «objetivo» de Ibarretxe estaba demasiado acelerado desde una simple perspectiva jurídica. Además, la composición del actual electorado vasco (aproximadamente un 50 por 100 constitucionalista) no parece el mejor escenario para sacudir el ánimo de una sociedad bastante golpeada ya por problemas infinitamente más graves. Por eso me «chirriaban» los oídos.

      Saludos.

  2. Avatar de Javier
    Javier

    Antonio,

    En primer lugar, no hay penalización por no saber las dos lenguas oficiales de una comunidad autónoma si se quiere ser funcionario público, de la misma manera que no hay penalización para los no-médicos si se quiere trabajar como tal en la seguridad social. Es un uso perverso del lenguaje hablar de penalización cuando se exige igualdad de conocimiento de todas las lenguas oficiales de un territorio. Lo único que se «pena» es la ignorancia, señor mío, y eso pasa en todos los trabajos, donde hay unos u otros requisitos en función de lo que requiera.

    Por otro lado, la Generalitat de Catalunya, por ejemplo, no favorece a los catalanohablantes sobre los castellanohablantes, como usted insinúa, sino que intenta ofrecer un marco legal que dé los mismos derechos a ambos colectivos. Se trata de corregir una situación muchas veces desequilibrada en favor de uno de los colectivos. Si el etiquetaje de productos en castellano es legal y lógico, ¿por qué el etiquetaje de dichos productos en catalán es «nacionalismo»? ¿Por qué exigir un 50% de cine en catalán y otro 50% de cine en castellano es considerado por muchos nacionalismo? En general las leyes que muchos consideran «extremistas» o incluso «nazis» no hacen más que equiparar el catalán (en el caso de Cataluña) con el castellano. Uno de los puntos más discutidos y tildados de «nazis» no es ni más ni menos que que en el estatuto se dice que el catalán es de obligado conocimiento, como el castellano hace con la constitución. ¿Por qué si ambas lenguas son oficiales en Cataluña, en el caso del castellano el obligado conocimiento es lo más normal del mundo y en el caso catalán es de «nazis»?

    Seamos francos, Antonio. Esta discusión (no hablo part¡cularmente de la nuestra, sino de este tipo de discusiones en general) no va sobre derechos ni sobre hablantes, sino sobre la supremacía del castellano sobre las demás lenguas, una supremacia basada en la imposición violenta, las prohibiciones y las vejaciones de la gente que habla otras lenguas. Tras 40 años de franquismo y 300 años de prohibiciones con escasas excepciones, los castellanohablantes que han arriconado las demás lenguas españolas tienen la jeta de decir que evitar la presión que supone el castellano sobre las demás lenguas es «discriminación» y que cualquier medida de compensación de dicho desequilibrio es «imposición» y «nacionalismo».

    Se ataca sistemáticamente los dos ámbitos en los que las autoridades autonómicas centran sus esfuerzos de normalización: la educación de los críos y los puestos oficiales. En el primer caso, los únicos bilingues son los que siguen el modelo de inmersión lingüística. Pregunte en el país vasco cuántos alumnos con educación en castellano y asignatura euskara hablan euskara cómodamente y cuántos en caso inverso pueden hablar las dos lenguas correctamente. Verá que sin lugar a dudas los únicos que hablan las dos lenguas bien son los que han estudiado en euskara, y en catalán en Cataluña. Le recuerdo que ni en Cataluña ni en Euskadi existen monolingües vascos o catalanes. Los únicos monolingües son castellanohablantes. Y en lo que respecta al funcionariado, ya he dado las razones evidentes por los que un servidor público debe conocer todas las lenguas oficiales de un territorio, pero vuelvo a decirlo: porque debe respetar el derecho de todo ciudadano en tratar con la adminstración en la lengua oficial que prefiera.

    Y sobre lo del derecho de autodeterminación, ¿está usted de acuerdo, Antonio, entonces, de que en Cataluña se pueda celebrar un referendum sobre su posible independencia del resto de España? Lo digo porque en Cataluña no hay ningún grupo terrorista que coarte nuestra capacidad de decicir… Aquí los derechos «básicos» están garantizados.

    Por otro lado, imagínese que votasen los vascos por su independencia y esta saliera con un 51% de votos a favor y un 49% de votos en contra. Un argumento habitual, que usted también insinúa en su respuesta, es que una sociedad tan dividida este resultado no puede ser decisivo. Pero claro, esto es cuestión de sí o no, de independencia o unión, no hay tintas medias, por lo que ese argumento de que, como no hay una mayoría sobrecualificada que ha decidido que sí debe ser que no, es de gran injusticia para la mayoría absoluta que sí quiere la independencia. A usted le puede chirriar que el 49% de la población no esté de acuerdo con la independencia, pero no le chirría aún más que aún con la mayoría absoluta de un 51% de los votos no se les dé la independencia. ¿Qué pasa con ese 51% de los votantes independentistas, que tiene más tragaderas que el 49% de unionistas? ¿Por qué es inaceptable que un 49% de votantes se vean obligados a aceptar una solución mayoritaria y en cambio no hay problema con que el 51% de votantes independentistas se fastidien?

    Al final resulta que son simplemente escusas de mal pagador, para variar…

    1. Avatar de César
      César

      Javier, encuentro acertadas muchas de las apreciaciones realizadas en tus intervenciones, pero disiento en otras muchas (quizá las más esenciales)
      Por ejemplo, en cuanto al tema de la posibilidad o no legal de que una constitución recoja en su articulado el «derecho de autodeterminación», resultaría una contradicción teórica inasumible para dicho texto constitucional. La legitimidad de una constitución (sea o no de una modelo liberal parlamentario) le viene dada de la definición del sujeto de soberanía que se suele producir al inicio del articulado. El texto es legítimo porque el sujeto «x» o «y» definido, dice que es legítimo. A fecha de «tal», el sujeto «tal» (toda la ciudadanía en el caso de nuestras democracias parlamentarias) se afirma así mismo como la fuente de legitimidad del propio texto y de todo lo que en el hay recogido. Si en el articulo dos, por ejemplo, ese mismo sujeto se afirmara a si mismo como un sujeto «que puede no existir», estaríamos infringiendo el principio de no contradicción. Sería como decir que el sujeto que legitima el texto puede existir y no existir a la vez y en un mismo espacio. Lógicamente no es posible asumirlo. Como de lo que habla el supuesto derecho de autodeterminación es de quién es el sujeto de la soberanía, se entiende que resulte lógicamente inasumible para la consistencia de un texto (en este caso, un texto constitucional)

      Ciertamente no estoy hablando de las posibilidades fácticas para que la determinación ocurra o quede recogida sobre un papel. Muchas cosas podrán pasar y no tienen porque responder a consistencia lógica alguna. Pero si en algo cuenta tener la lógica de tu parte, los que defienden que el supuesto derecho de autodeterminación puede ser contemplado y recogido por un texto constitucional, no tienen sustento lógico que los apoye en su argumentación.

      Repito Javier, no estoy afirmando que ocurra o no un proceso de autodeterminación e independencia, afirmo que no tiene defensa lógica alguna en teoría política.

      Me gustaría comentarte otras cuestiones pero no quiero hacerme pesado (más todavía) Si estas interesado en que te de mi opinión, dímelo y atenderé gustoso en la medida de mis posibilidades.

      Sin más, un cordial saludo y mis felicitaciones por lograr mantener un tono constructivo y razonable en tu argumentario. Es difícil de encontrarlo sobre estos temas dentro y fuera de la red.

  3. Avatar de Silvio
    Silvio

    El 15 de marzo de 1939 no se proclamó la independencia de «Rutenia», sino la de «Cárpato-Ucrania» (Карпатська Україна, Karpatska Ukraína, Ucrania Carpática. Rutenia no es más que el antiguo nombre latino de Ucrania y «rutenos» ( Русини, ruséne) el antiguo nombre de los ucranianos. No digo que no haya gente que se autoidentifique como ucranianos, pero ese tipo de separatismos es incentivado por las potencias de occidente (especialmente por una) y por los gobiernos de los paises limítrofes a Ucrania donde habitan grupos de esta población, donde prefiere reconocer e incentivar una identidad rutena y no ucraniana por temor a eventuales reclamos territoriales de Ucrania. Si consideramos a los inmigrantes «rutenos» en América, el único pais donde («casualmente») hay tales «rutenos» son los Estados Unidos, mientras que en Argentina, Brasil, Paraguay, Canadá, etc. aquellos inmigrantes que justamente provenían de las mismas regiones de aquellos que se asentaron en los Estados Unidos en el siglo XIX se identificaban como ucranianos. Decir que «De una población de 1.245.618 habitantes, 976.749 individuos (78.4 por 100) eran ucranianos, de los cuales unos 750.000 eran de etnia rutena» es una redundancia, porque decir rutenos es lo mismo que decir ucranianos. Parte de mi familia emigró de esas regiones y se autoidentificaban como ucranianos. Sólo se aplica el principio de «divide y reinarás».

    1. Avatar de Antonio
      Antonio

      Hola Silvio. Coincido parcialmente con sus comentarios. Según la Enciclopedia Británica «Ruthenians are Ukrainians who, by accidents of history in the late Middle Ages, were absorbed into the territory of Lithuania, which in turn was united with Poland.» Son de etnia esencialmente ucraniana aunque con diferencias culturales, en especial, como usted sabe, las religiosas. Por eso muchos autores (no yo, que simplemente he utilizado la cuestión para hacer una reflexión) consideran a los rutenos como ucranianos con particularidades. Gracias por sus comentarios y saludos.

  4. Avatar de Àngel
    Àngel

    Antonio,
    simplemente le comento que la pirámide de necesidades que cita para argumentar el hecho vasco no es de Maxwell sino de Maslow. Enhorabuena por el artículo y sobre todo por provocar un debate decente. Saludos.

    1. Avatar de Antonio
      Antonio

      Angel, gracias por corregirme el lapsus y por sus comentarios. Saludos

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