El pueblo es el propio dictador


Hace poco leí algo que me pareció muy interesante. En la Hungría comunista los tribunales de justicia estaban compuestos por tres personas, de las cuales una, con derecho a votar las sentencias, era del Partido Comunista y ni siquiera era jurista. Su misión era sencilla: transmitir la «voz del pueblo». Ese es el problema de la izquierda revolucionaria. La ideas pronto cristalizan en dogmas de fe y las masas se convierten en dictadoras implacables a merced de sus exégetas. ¿Para qué hace falta la libertad cuando el «pueblo» es el propio dictador?


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