Podemos hacer el cambio sin recurrir a Podemos


Victoria PSOE 1982

La victoria del Partido Socialista Obrero Español en 1982 nos fue vendida como un cambio tranquilo. Un cambio que se había edulcorado a lo largo de una brutal oposición a cargo de un PSOE que había enterrado sus señas de identidad revolucionarias y había acogido en su regazo el ala más progresista de la desguazada UCD, que no por ser progesista carecía de pasado dentro de la burocracia franquista. Ese crisol de tendencias tranquilizó a un electorado que todavía veía al embrión del PP, la antigua Alianza Popular, demasiado emparentado con la dictadura, por lo que no fue de extrañar que ese PSOE fusionado atrajera a buena parte del voto moderado o centrista.

Treinta y dos años más tarde de ese cambio tranquilo, los dos partidos políticos que habían aglutinado el voto de centro, PSOE y PP (sucesor de AP) se han visto desbordados y desacreditados, primero por la gestión de la crisis económica y luego por la inacabable sucesión de casos de corrupción, que ha destapado lo que era un secreto a gritos y producto de una lógica degeneración de un sistema clientelar; sistema que había sustentado el bipartidismo, aupado al poder a un ejército de mediocres y alejado de la realidad a los altos funcionarios, que formaban la aristocracia de ambos partidos. Lo que vemos ahora, por muy doloroso que sea, es sólo el fruto de la natural inclinación de la conducta humana, tan proclive a caer en la tentación del enriquecimiento fácil.

Mientras ambos partidos se esfuerzan en achicar las vias de agua de un buque que parece destinado al naufragio, surge con fuerza Podemos que ha cerrado su Asamblea con un mensaje más moderado que aquél con el que irrumpió en las elecciones al Parlamento Europeo. ¿Quiere emular Podemos a aquel PSOE de 1982 que apartó sus aspiraciones revolucionarias o simplemente esconde sus intimidades rupturistas por motivos de imagen? El otro día, escuché con extrañeza en el Programa de Ana Rosa decir a Monedero, uno de los líderes de Podemos, cuando fue preguntado por la instauración del sistema de renta básica, que sus «economistas» estaban estudiando la cuestión con detenimiento. A diferencia del PSOE de 1982 que se había apropiado de economistas estudiados, experimentados y con los pies en el suelo, el proyecto de Podemos tiene que desarrollarse a la par que estos estudiantes de la ESO aprenden economía con una práctica que no tienen y que seguramente conseguirán, si logran su objetivo, a costa de experimentar con el pellejo de los españoles.

No creo que este país, pese a que el actual estado de cosas sea en parte responsabilidad de todos, merezca ponerse en manos de quienes no tienen nada que perder y, que por tanto, pueden permitirse jugar con el esfuerzo y trabajo ajenos. La moralidad, la decencia y el sentido de la responsabilidad no es patrimonio de ninguna formación política, sea de derechas o de izquierdas, por lo que la regeneración no ha de pasar necesariamente por la puesta en práctica de utopías inalcanzables. Cambiemos para mejor y destronemos al corrupto y a los partidos que han permitido su pervivencia durante lustros, pero tranquilamente y sin despeñarnos al vacío.

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