La Justicia de Garzón


Ayer, al conocer la sentencia condenatoria impuesta al juez Garzón, tuve una moderada satisfacción al constatar que vivíamos en un Estado de Derecho, donde cabía la posibilidad de que un sujeto tan poco ejemplar como Camps hubiera salido absuelto por no existir contra él carga probatoria suficiente y de que un megalómano como Garzón hubiera sido condenado por cometer un delito de prevaricación. No siendo el tal Correa un terrorista, era obvio que el juez había vulnerado la Ley General Penitenciaria y el sagrado derecho al secreto profesional en las comunicaciones entre abogado y cliente y si eso, si se hace “a sabiendas” es una evidente prevaricación.

Hoy mi satisfacción ha aumentado al saber que la sentencia condenatoria ha sido dictada por unanimidad, es decir, fruto del consenso entre jueces “conservadores” y “progresistas” (adjetivos que no deberían emplearse al tratarse de jueces supuestamente imparciales). Eso da idea de que una absolución hubiera constituido una prevaricación peor que la que se atribuye al propio Garzón.

Lo grave de esto no es que Garzón sea el primer condenado del caso Gürtel sino que gracias a su desastrosa y prevaricadora instrucción muchos corruptos y corruptores van a encontrar una vía abierta hacia la impunidad. Que nadie se confunda. En este caso no es la Justicia, por lo general sorda y ciega, la que ha fracasado sino quien hace algunos años tomó la decisión de prevaricar y quienes espolean a la opinión pública para subvertir el sistema de garantías procesales que tanto costó conseguir.

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