Un bautizo siciliano


Llega el momento de bautizar al niño, y me doy cuenta de lo apartado que estoy de la Iglesia. A ver como le digo al cura que no estoy casado por el rito canónico sino por lo civil. Seguramente me dirá: ¡Ajá! ¡Vienes en busca de nosotros cuando te conviene, pero mientras tanto poco que te has dignado en venir por la Casa del Señor y dejarnos tus limosnas!

Un momento, señor párroco. Eso no es así exactamente. Mire, yo soy una oveja descarriada pero mi niño tiene derecho a descarriarse por sí mismo. Démosle la oportunidad.

¿Y por qué no dejas que él decida cuando tenga entendimiento? -me preguntará para cogerme a contrapié. Ahí me ha pillado usted. Podría sacarles muchos precedentes, como el bautizo de Andreíta, la hija de Jesulín y Belén Estebán, que se bautizó pese a las reticencias iniciales del clero por ser fruto de una relación pecaminosa. Pero yo debería dar una respuesta más inteligente, para que el cura no crea que uno pasa horas enteras viendo programas de telebasura.

Yo sé que muchas parejas no pueden resistir la mirada de reproche del cura y finalmente claudican. Se casan en la misma ceremonia del bautizo o apalabran una boda en breve plazo, antes de que el niño tenga uso de razón y se contamine con malos ejemplos. Así que tendré que estar preparado para eludir la cuestión de una boda religiosa y salirme por la tangente antes de que me metan en el redil.

Mire Padre. Yo no me puedo casar por la iglesia porque la película «El Padrino» me dejó traumatizado y no lo digo porque se cargaron a la novia al poco tiempo colocándole una bomba debajo del seiscientos. Es por esa imagen veraniega, de gente trajeada hasta el cuello, pasando calores, de pamelas que hacen tropezar una y otra vez a la madre del novio, de invitados que no saben qué hacer con las manos -si meterlas en los bolsillos o dejarlas sueltas- porque no se han puesto una chaqueta en su vida, y que todo el mundo te mire mientras te marcas el primer baile, cuando tú no has bailado un vals en tu vida. Yo no estoy anímicamente preparado para soportar toda una boda siciliana.

¿Y no has pensado, hijo mío, en casarte en familia y entre amigos? Pero Padre, seamos realistas. ¿Para qué se casa la gente? La gente se casa para demostrar al mundo lo feliz que es, lo bien que la va en la vida, su triunfo social, que uno puede fundar su propia Casa y puede ser un miembro productivo -y reproductivo- de la Comunidad. ¿Usted me ve a mí con cara de demostrar todo eso? Además yo ya me casé a lo pobre en mi boda civil. ¿Voy a repetirla pero en un templo sagrado?

Hagamos un trato. Yo seguiré poniendo una X en la casilla de sostenimiento de la Iglesia Católica en la declaración del I.R.P.F., como he venido haciendo desde hace años y usted me bautiza al niño que para eso le he puesto Marcos -nombre de evangelista- cuando podría haberle puesto Kevin o Jonathan. Adicionalmente le prometo que en la ceremonia no habrá pamelas, trajes ni corbatas (salvo para el que quiera), y no se pondrán bombas debajo de los coches. Palabra.


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