Quiero ser Barnett Newman o criticar a Barnett Newman. Supe que este era mi destino al descubrir mi escaso talento para las artes, yo que no sé pintar un paisaje de casa sobre prado verde a derechas. No me malinterpreten. No digo yo que Newman ni sus criticos -incluso los que le critican por la espalda- no tengan talento, pero digo yo que será más fácil empezar a pintar cuadros simples, tan simples que ni siquiera a niños de cinco años se les ocurriría llamar a esas pintadas cuadros.
El expresionismo abstracto de Newman puede ser mi refugio, ahora que empiezo a echar de menos alicientes. ¿Imaginan lo que debe ser pintar un lienzo de varios metros de extensión en dos o tres colores, de trazos gigantescos, y luego ponerle un nombre tan sencillo como el cuadro? Seguramente pensarán que hablo de un arte al alcance de cualquiera, pero se equivocan.
Las obras sencillas esconden talentos sofisticados. El mismo Barnett Newman tenía una mente precursora de acontencimientos artísticos. Un avanzado de su época. Un iluminado. ¿Qué tiempo echaría en trazar -no sé si el verbo pintar puede emplearse aquí adecuadamente- esas láminas que necesitaban varias personas para ser transportadas?
Yo voy a ser un Barnett Newman adaptado a mi apartamento. Los lienzos de Newman no entrarían en mi casa ni tirando las paredes medianeras. Seré un Barnett Newman de 25 metros cuadrados de ministra Trujillo. Ahora que pienso, ¿un cuadro de Newman cómo se pinta? ¿Con pincel de brocha gorda o con pincel gussow? ¿Con paleta de óleos o con cubos de plástico? ¿Con bata o con mono?
Ya me está dando pereza ponerme a pintar… Incluso de ser Barnett Newman.

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