Sarkozy no es racista pero Francia es contradictoria


En estos días se habla mucho de derechos humanos de los pobres gitanos, primero expulsados de Italia y luego de Francia. En una entrada anterior aludía a la precipitada ampliación de la UE hacia el Este, y de cómo se había permitido que Estados que no reunían los criterios económicos de adhesión -en especial los de tener una economía de mercado viable, así como la capacidad de hacer frente a la presión competitiva y las fuerzas del mercado dentro de la Unión- se adhiriesen a la espera de que esas deficiencias se subsanasen por el sólo hecho de ser invitados a comer en la mesa de los ricos.

Pues bien, a las primeras de cambio surge una crisis económica y todo se viene abajo. Los invitados pobres de 2004 y 2007 -años de la últimas ampliaciones- son más pobres ahora, comparativamente, pero a diferencia de los años previos a tales ampliaciones esos pobres ya se mueven por el Espacio Schengen como sonámbulos esperando recoger las migajas que la Unión no les ofrece en sus propios países.

Ahora es demasiado tarde. Que Francia se quede con los gitanos rumanos y se concentre en invertir en Rumanía que para eso dio su visto bueno no hace tanto tiempo.

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