Vencedores y vencidos


votar

Galerie des Batailles

Fue mi hermano quien me invitó a París siete días de agosto para ver monumentos, una visita cultural -dijo-, y compró un pase semanal con el que puedes ver museos a los que nadie va, como el Museo de la Armada. Pero no fue en este museo donde descubrí quien escribe la Historia y con qué se escribe la Historia. Eso lo descubrí más tarde, en el Palacio de Versalles. Entre una masa ingente de turistas, gran parte de ellos españoles -buenos es decirlo- entramos en una de sus salas más grandes, denominada Galería de las Batallas. De sus paredes colgaban cuadros gigantescos que narraban las victorias militares de Francia. Un siniestro silencio pictórico. ¿Dónde estaban las mil y una derrotas francesas? ¿Las batallas perdidas contra españoles, el humillante vapuleo recibido de Alemania? ¿La Guerra de los Cien Años contra Inglaterra? ¿La guerra franco-prusiana y la cesión de Alsacia y Lorena? No era necesario recordar eso. Incluso la derrota de Napoleón es contada como una victoria inconmensusable de Francia. C’est la grandeur. Francia es la banca de todos los casinos: por bien que jueguen los advesarios, al final del mes el saldo total siempre es favorable. Las derrotas quedan reparadas por una única victoria si es la última y la más rentable.

Galerie de Cotelle

Fuera del Palacio principal, nos acercamos andando al Palacio del Grand Trianon. Una buena caminata de hubimos de sofocar con bebidas y bocadillos mantequillados que compramos en un kiosko. Ya en palacio, menos concurrido, se me ocurrió preguntarle a uno de los vigilantes de sala por la estancia donde se había firmado el Tratado de Trianon en 1920, ese tratado que redujo a Hungría a la tercera parte de su territorio y la hizo perder millones de habitantes. En perfecto francés, que logré entender, me dijo que estaba justamente delante. A ver, a ver… ¿me quiere usted decir que la puerta que está al fondo de esta salita, llamada Galerie de Cotelle, también se abre y la habitación se hace más grande?. No, señor, esto es TODA la estancia. Aquí se firmó el tratado. Miré a los lados, arriba y abajo, y no veía señal alguna de revelara que en ese reducido espacio, que pierde muchos metros cuadrados al natural, se firmó el tratado que millones de húngaros todavía hoy consideran una infamia. Recapitulé en mis archivos cerebrales. Pues sí, a lo mejor fue un efecto óptico. La fotografía en la que se veía al Conde Apponyi, delegando de Hungría en el momento de la firma, con barba blanca, y al fondo la Galerie, daban una imagen de amplitud. Todo concordaba, después de revisarlo todo detenidamente. Esa era la habitación de la INFAMIA. Pequeña, poco llamativa, sin signos de ostentación. A lo mejor fue precisamente por esa exquisita deferencia francesa. No mostrar signos de riqueza a quien iba a ser ultrajado. Bajo ese techo se desplegó el nuevo mapa de Europa que iba a desdibujarse nuevamente unos años más tarde como ajuste de cuentas de esa primera infamia, la de Trianon, la de Saint-Germain-en-Laye y, especialmente, la de Versalles. La II Guerra Mundial, otra ocasión para que una de las perdedoras en el campo de batalla, Francia, venciera en las mesas diplomáticas.

Conde Apponyi en la Galerie de Cotelle en 1920

La Galerie de Cotelle era la sala de los perdedores, la Galerie des Batailles la de los vencedores. La vida misma frente a mí, unas fotos, y de vuelta en tren hacia París.


by

Comments

Deja un comentario