«Hemos superado la media europea y a Italia, cosa que deprime mucho al primer ministro (Silvio) Berlusconi; pero nuestro objetivo es superar a Francia en tres o cuatro años, y esto no lo quiere ni oír nuestro amigo (Nicolas) Sarkozy», bromeó Rodríguez Zapatero, en septiembre de 2008, en Nueva York ante ante altos directivos de empresas como Pfizer, IBM, Hewlett Packard, Microsoft, Xerox, Boeing, General Dynamics, Philip Morris, Dow Chemical, Google, Merrill Lynch, Bank of America o Citigroup.

Zapatero quería superar a Francia. Tenía esa ambición. Una ambición demasiado grande para aprendices de Napoleón, que deben su status a intrigas políticas y a un sinfín de circunstancias conyunturales que los convierten en «parvenus politiques». La ambición que no viene acompañada de un exacto conocimiento del medio puede ser nefasta. Al menos el General Corso sabía de tácticas militares; pero Zapatero se conforma con airear grandezas con absoluta ignorancia de lo que dice o publica. Desgraciadamente la hemeroteca desmonta sus ínfulas: Francia crece, mientras que España no sale de la recesión.

Sólo ha pasado un año y pocos meses desde esas imprudentes afirmaciones, y cada día que pasa estamos varios meses más lejos de alcanzar a Francia, en esa presunta carrera, creada en la mente de un ambicioso presidente, cuya política económica ha creado más lisiados que todas las Guerras Napoleónicas juntas. En Francia construyeron el Hôtel des Invalides para cobijar veteranos inválidos de guerra que quedaban sin hogar, donde yacen los restos de Napoleón. Zapatero va camino de convertir España en un refugio de subsidiados, sin empleo y sin apartamento que hipotecar, lo que viene a significar un Hôtel des Invalides gigantesco. Tal vez era en eso en lo que quería superar a Francia.
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